viernes, 5 de abril de 2013

Cavilaciones: El uso del fútbol como parte de la civilización del espectáculo



Con la lucidez que lo caracteriza, Mario Vargas Llosa pone en el tapete, en su libro La Civilización del Espectáculo, un asunto que muchos omiten -por conveniencia o miopía- o se niegan a aceptar: que nuestra sociedad actual está sumida en una honda frivolidad, en donde “la necedad ha pasado a ser la reina y señora de la vida posmoderna”, una sociedad en donde es notoria “la banalización lúdica de la cultura imperante, en la que el valor supremo es ahora divertirse y divertir, por encima de toda otra forma de conocimiento o ideal”.

El Nobel de Literatura incluye en sus reflexiones otro aspecto que caracteriza a la cultura de nuestro tiempo: la masificación. Y pone como ejemplo supremo la relevancia que ha adquirido en la actualidad el deporte, importancia “que en el pasado solo tuvieron en la antigua Grecia”.  En nuestros días ya no solo se practica deporte por cuestiones de salud. Existe ahora toda una corriente que ha llegado a establecer cánones socialmente “correctos” que han creado estereotipos casi siempre ligados a la estética del cuerpo. 

El problema con esto es que, como apunta MVLL, ahora “la práctica de los deportes se hace a expensas y en lugar del trabajo intelectual”. El cultivo del cuerpo ya no va de la mano con el cultivo del espíritu. 

Siendo más específico, Vargas Llosa alude al fútbol como el caso más emblemático de esa masificación de la cultura. Es sabido que este deporte es el más seguido y practicado del planeta. Esta disciplina sirve para cultivar el sentido de identidad de los seguidores de una divisa deportiva (de un equipo provinciano, por ejemplo, o la de una selección nacional), lo que algunos han llamado identificación social. El problema estriba en que esta identificación social lleva muchas veces al simpatizante -o fanático- a agredir o excluir de manera violenta a quienes no compartan su afición. 

Desde luego, estos antagonismos creados a partir del deporte representan un retroceso en la evolución de una sociedad. Baste con observar las constantes noticias de hechos violentos acontecidos antes, durante o después de un evento futbolístico (en nuestro país y en el resto del orbe). Por eso, MVLL no duda en afirmar que “en nuestros días, los grandes partidos de fútbol sirven sobre todo, como los circos romanos, de pretexto y desahogo a lo irracional, de regresión del individuo a su condición de parte de la tribu…”. 

El fútbol hoy en día es, qué duda cabe, un gran negocio. Pero, además, es un colosal elemento distractor que no pocas veces ha sido utilizado por políticos ladinos. Verbigracia, los dictadores Mussolini en Italia, Hitler en Alemania (aprovechó la coyuntura de los JJ.OO. en Berlín), Videla en Argentina y Pinochet en Chile.  
De este último, un informe periodístico llevado a cabo por los comunicadores chilenos Carlos González Lucay y Braian Quezada Jara señala que el general Augusto Pinochet (1973-1990) “utilizó el futbol como recurso político, elemento distractor y mecanismo de manipulación masiva”. 

“Pinochet era consciente de la repercusión social que tenía el futbol y que debía actuar rápido, para mantener la distracción en una sociedad que pasó de la confianza a la decepción con el régimen, en especial tras la crisis económica de 1982", declaró en su momento González.

Por otro lado, la globalización ha hecho del fútbol un deporte de masas, con seguidores en todos los continentes. Esto, en otros términos, significa que constantemente está posicionado en los medios de comunicación y, por ende, en la mente de los consumidores. O sea, todos nosotros. Conscientes de ese poder mediático del que goza el deporte en general, y de modo específico el fútbol, los políticos de ahora no escatiman esfuerzos en procurar tener alguna cercanía con los ídolos del momento. 

Verbigracia: no hace mucho Evo Morales, el presidente de Bolivia, hizo todo lo posible para salir en la foto con Messi cuando éste fue a la Paz a jugar con su selección (es obvio que sabía que esa noticia iba a rebotar en los medios sí o sí). 

“En el pasado los políticos querían fotografiarse y aparecer del brazo con eminentes científicos y dramaturgos, hoy buscan la adhesión y el patrocinio de los cantantes de rock y de los actores de cine, así como de estrellas del fútbol y otros deportes”, comenta Vargas Llosa. Ellos, dice, han reemplazado a los intelectuales como directores de conciencia política de los sectores medios y populares. 

Y es que, como sentencia el novelista, en la civilización del espectáculo el cómico es el rey.  

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