lunes, 15 de julio de 2013

Posturas: El origen de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad


Que el pueblo helénico ha dejado un gran legado a la humanidad, de eso  no cabe ninguna duda. Que dentro de su copiosa herencia los Juegos Olímpicos ocupen un lugar preponderante, tampoco. Pues los Juegos, como bien dice John V. Grombach en su libro Gira Olímpica 1968, “han sabido dar al atleta el placer del esfuerzo, el culto a la perfección del cuerpo humano y la satisfacción del afán de competencia y lucha que el hombre alimenta desde su infancia”.  

El profesor de la Unidad Central de Humanidades de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (España), José María Sesé, va mucho más allá y afirma que es tanta la influencia de ese legado griego que “nosotros, los occidentales, no somos más que grecolatinos evolucionados con un alma cristiana”.  
Pero, ¿cuándo y cómo empezaron a disputarse los Juegos Olímpicos? ¿Cuál fue su origen? ¿Cuál fue la idea primigenia para su creación? 

Origen de los Juegos Olímpicos de la Antigüedad 
Existen diversas teorías respecto al origen de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, la más aceptada es la que postula que en sus inicios tuvo un carácter eminentemente religioso. La antigua Olimpia, que es la ciudad donde se inician los Juegos, era un emplazamiento religioso antes de que estos empezaran. 

Según se lee en una publicación del Comité Olímpico Internacional (COI), el santuario de Olimpia se remonta al año 1300 a.C. Es muy probable que el santuario más antiguo en ese lugar haya sido un altar dedicado a la muy venerada y respetada madre Rea. Se dice que la primera carrera con la antorcha consistió en una carrera de niños que tenían como objetivo prender su llama sagrada. 

Con el paso de los años, hubo un dios que desplazó a todos -y a todas- y se erigió como la principal deidad en Olimpia: Zeus. En honor a él se construyó un majestuoso templo -que llegaría a ser el centro del santuario- que albergaba una gran estatua recubierta de oro y marfil. 

El profesor de Filosofía de la Universidad de Georgetown (EE.UU.) Alfonso Gómez-Lobo, sostiene que “en el período clásico los cuatro principales ciclos de competencias estaban ya bajo el firme control de un dios. Los juegos píticos se celebran en Delfos bajo la égida de Apolo, los ístmicos bajo la de Poseidón, los nemeos y olímpicos bajo la de Zeus”. 

¿Propósito religioso o funerario? 
Llegado a este punto empiezan las conjeturas respecto al verdadero propósito para la creación de los Juegos Olímpicos. Según John V. Grombach los Juegos comenzaron como celebraciones de carácter religioso para conmemorar el triunfo de Zeus sobre Cronos en una titánica lucha entre esas dos deidades por la posesión de la tierra. 

“Los Juegos Olímpicos en la antigüedad empiezan a desarrollarse en el Valle Sagrado de Olimpia con el objeto de rendir culto a Zeus”, dice  a su vez Conrado Durántez en su libro Historia y Filosofía del Olimpismo. 

Asimismo, José María Sesé indica que los Juegos se originaron cuando el “Oráculo de Delfos, consultado por los elianos, les instaba a reunirse en Olimpia y, olvidándose de la guerra fratricida, convertir su antagonismo en una noble competición en el campo de los deportes”. Recordemos que aquella época en particular se caracterizaba por las luchas constantes entre los mismos pueblos helenos. Los juegos, por decirlo de alguna manera, eran una buena excusa para olvidar viejas rencillas y reencontrarse a sí mismos. Allí se manifestaba la llamada ‘Tregua Sagrada’. 

“Aunque formaban decenas de polis -acota Sesé-, los Juegos Olímpicos les recordaban que poseían una lengua en común, un origen racial común, unas leyendas comunes y un culto común a los doce dioses mayores que moraban en el Olimpo. Para alabar a Zeus, precisamente, el mayor de todos ellos, fue para lo que se crearon los Juegos Olímpicos”.    

Para el profesor Gómez-Lobo, los Juegos Olímpicos tienen también en su origen una reminiscencia funeraria, esto en relación a la leyenda de Pélope, el héroe heleno que compitió en un certamen de carros para obtener la mano de Hipodamia, la princesa del lugar. (Esta versión la detallaremos más adelante).

En su artículo El origen funerario de los Juegos Olímpicos, el historiador José María Blázquez Martínez insinúa otro origen de los Juegos. Blázquez Martínez dice que los Juegos eran rituales que se celebraban en honor no a un dios, sino en honor a personajes importantes. El profesor cita las descripciones de unas competencias fúnebres relatadas en la Ilíada de Homero, canto XXIII, en el que el poeta describe los juegos organizados por Aquiles en honor de su amigo Patroclo. 

A decir de Blázquez Martínez, aquellos juegos se remontarían hacia el año 1225 a.C., fecha de la caída de Troya, aunque la Ilíada recién se compuso sobre el año 700 a.C. Los juegos que organizó Aquiles consistían en carreras de bigas, el pugilato, carreras de velocidad, lucha de guerreros, lanzamiento de un bloque de hierro, tiro al arco y el lanzamiento de jabalina. “Todos estos juegos fueron más adelante olímpicos, aunque entonces todavía tenían un carácter funerario”, indica el historiador español. 

Otras versiones y otras fechas 
Hay otras teorías -más propensas a la leyenda- que también intentan explicar el origen de los Juegos y la fecha de la primera celebración de los mismos. Pese a que la mayoría de historiadores e investigadores concuerdan que el año 776 a.C. se disputaron los primeros Juegos, hay otras versiones de menor arraigo que postulan orígenes y fechas diferentes. 

La primera de ellas postula que Heracles (Hércules), héroe griego, recibió del rey Augías la complicada tarea de limpiar sus establos. Lo establos del monarca estaban atiborrados de diversos animales, cuya suciedad provocaba epidemias en la zona. 

Teniendo tamaña empresa por delante, a Heracles se le ocurrió una magnífica idea: desviar el curso del río Alfeo haciéndolo pasar por los establos del rey, para que así fueran limpiados. Habiendo terminado su labor, Heracles fue donde el monarca a cobrar lo convenido, pero el rey Augías se negó a pagar. Furioso, Heracles asesinó al rey Augías y para celebrar su hazaña instituyó los primeros Juegos Olímpicos en 1253 a.C. para honrar al dios Zeus por haberle dado la victoria ante el ultimado rey. 

Según el mito, citado por el poeta Píndaro, fue Heracles fue quien llamó Juegos Olímpicos a esa serie de eventos deportivos instituidos en honor a su padre Zeus. Fue él, además, quien determinó que los Juegos debían celebrarse cada cuatro años y quien construyó -después de completar sus 12 trabajos- el estadio olímpico. No obstante, otra versión indica que Heracles en realidad estableció los Juegos Olímpicos como una manera de expiar su pecado por haber asesinado al rey Augías. 

Otra hipótesis señala que el gran legislador de Esparta, Licurgo, se unió con Ifito de Elide por orden del oráculo que le ordenó “restaurar” la fiesta en el año 820 a.C. Este último dato no deja de ser relevante, pues si los Juegos tenían que ser restaurados, eso quiere decir que estos ya se habían celebrado mucho antes. Según John V. Grombach, esta versión tiene muchas bases históricas. 

La tercera hipótesis cuenta que el rey de Elide, Enomao, asustado porque un oráculo le predijo que sería asesinado por su yerno, tuvo la disparatada idea de ofrecer en matrimonio a su hija Hipodamia a todo aquel que fuera capaz de secuestrarla en un carro de guerra. La cosa no parecía tan complicada, pero había una pequeña trampa: una vez raptada la princesa el propio rey emprendía la persecución con sus carros ligeros y sus caballos potentes y veloces, regalos del dios Ares. Como si fuera poco, el monarca era un diestro lanzador de flechas y jabalinas.   

Según la leyenda, fueron trece los bizarros helenos que lo intentaron, pero todos ellos tuvieron un sino común: murieron atravesados por las jabalinas y las flechas del rey. Hasta que cierto día, Enomao se enfrentó a un astuto contendor. Se llamaba Pélope, hijo de Tántalo y oriundo del Asia Menor. Cuando aconteció el rapto, Enomao emprendió la ‘cacería’ pero de pronto un eje de su carro se aflojaría y la llanta reventó. ¿Suerte? ¿Ayuda divina? Nada de eso. El ladino Pélope contó con la complicidad de un cochero del rey -previo soborno de por medio, desde luego- para que dejara en condiciones desfavorables el carro del soberano. El rey terminó muerto. 

De esa deshonesta manera, Pélope ganó esposa y trono. Preso del júbilo, Pélope instituyó los Juegos Olímpicos en Olimpia. Según John V. Grombach, la fecha asignada para este episodio es de 884 a.C.

Certezas
Como se puede apreciar, gran parte de la historia de los Juegos Olímpicos está barnizada con mitos y leyendas. Sin embargo, como colofón podríamos decir dos cosas: que está demostrado que existía una fuerte vinculación entre la religión y los Juegos, pues eran actividades religiosas acompañadas de actividades deportivas y, segundo, que desde su primera celebración en el año 776 a.C., cada cuatro años se celebraron los Juegos Olímpicos de manera ininterrumpida hasta su última edición en el año 393 a.C. Algunos historiadores señalan que probablemente los Juegos se llevaron a cabo entre los meses de julio, agosto o setiembre. 

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