domingo, 14 de julio de 2013

Reportaje: Discapacidad, no incapacidad



Hesnard Espinoza Pajuelo camina presuroso y a tientas por los alrededores de la Plaza Bolognesi. Luce apurado, y no es para menos: un cliente lo está esperando para su sesión semanal de masajes, servicio que Hesnard brinda en el local de la Unión Nacional de Ciegos del Perú (UNCP), ubicado en el Cercado de Lima. 

Para llegar a su destino ha tenido que superar varios obstáculos: el micro lo dejó dos cuadras antes del paradero donde tenía que bajar, estuvo cinco minutos procurando cruzar la peligrosa avenida Brasil sin que nadie se dignara a prestarle ayuda y, para variar, hizo un mal cálculo al subir el sardinel de la vereda y se cayó al suelo. Así de difícil es en el Perú el diario vivir de las personas con discapacidad. Hesnard Espinoza es ciego.   

El anterior relato no es nada comparado con las peripecias que ha tenido que sortear Hesnard para obtener su licenciatura en Educación y ser un masoterapista profesional (la Masoterapia es la utilización del masaje con fines terapéuticos). Ha sido duro para él, pero, como veremos más adelante, es una de las pocas personas con discapacidad en contar con una carrera profesional y un empleo relativamente estable. 

ESTADÍSTICAS
De acuerdo a un informe del Banco Mundial más de 400 millones de personas, aproximadamente el 10% de la población mundial, vive con alguna forma de discapacidad. En el Perú, según el último censo realizado en el 2007, existen casi tres millones de personas con discapacidad, que representan el 8.4% del total de la población. 

Antes de proseguir, conviene aclarar que una persona con discapacidad es todo ser humano que padece permanentemente de disminución en sus facultades físicas o mentales que le impide realizar una actividad normal. Personas con problemas de ceguera, minusvalía, sordomudez, entre otras, son parte de este grupo que, en muchos casos, sufre la indiferencia de una sociedad cada vez más excluyente. 

Pese a sus limitaciones, hay muchos de ellos, como Hesnard Espinoza o Gina Parker, que han sabido sobreponerse a las adversidades y ahora elevan su voz de protesta en favor de todos los discapacitados pidiendo oportunidades para ellos y no la lástima de la sociedad.

“Hay gente que, lamentablemente, la discapacidad en general la relaciona con problemas mentales. Tal es así que hay personas que cuando se quieren comunicar con nosotros no saben cómo hacerlo. Piensan que nosotros empleamos otro lenguaje, otras palabras”, dice Hesnard, quien perdió la vista a los 12 años producto de un accidente.  

“Inclusive a nosotros, las personas que no vemos, se nos acercan y nos alzan la voz, piensan que el hecho de ser ciego también quiere decir que uno tiene problemas auditivos. Hay gente que cree y piensa que nosotros somos producto del castigo de Dios o que estamos pagando alguna culpa. Lamentablemente en pleno siglo XXI hay gente prejuiciosa”, añade el también Presidente de Cultura de la UNCP.

Paul Hunt, escritor y activista discapacitado, dijo alguna vez al respecto: “Las personas con discapacidad son vistas como seres enfermos, que sufren, desventurados y desgraciados porque no pueden disfrutar de los bienes de la sociedad moderna, e inútiles porque no pueden contribuir al bien de la comunidad”.  

El tema es complejo. No obstante, veremos algunos de los más graves problemas a los que se enfrentan diariamente las personas con discapacidad.

INSENSIBILIDAD DE LA SOCIEDAD  
A pesar de que vivimos en tiempos de reivindicación de los derechos de los grupos tradicionalmente marginados, las personas con discapacidad siguen sufriendo la indiferencia de gran parte de una sociedad transgresora de sus derechos.

Instituciones públicas y privadas sin rampas de acceso, calles sin rutas accesibles para el libre desplazamiento de las personas con discapacidad, baños sin las comodidades necesarias y gente que aparca sus autos en espacios exclusivos para discapacitados, son algunos penosos ejemplos.   

Gina Parker, conocida locutora de Radio Panamericana y quien sufre de minusvalía, dice que ya es tiempo de que nos convirtamos en un país que tenga las condiciones para que todos -incluidas las personas con discapacidad- podamos desenvolvernos y desarrollarnos como debe ser. Para eso, afirma, se necesita del apoyo de toda la comunidad en su conjunto. Al lograr eso, enfatiza, todos nos beneficiaríamos. 

“Por ejemplo, si hay una rampa no solamente le va a servir a una persona con discapacidad, también a una mamá que tiene su cochecito con el beben o una persona anciana que no puede subir una grada. Necesitamos una ciudad moderna, una ciudad adecuada al futuro, como sucede en otros países”, dice la también conductora del programa Sin Barreras, que se emite por el canal de Estado. 

“Cuando queremos cruzar la calle, nos acercamos a las personas porque nosotros nos guiamos por el sonido de sus pasos. Les pedimos ayuda y en lugar de preguntarnos qué es lo que deseamos, las personas se alejan”, se queja Hesnard. 

Si algunos peatones son indiferentes e insensibles, peor lo son algunos conductores de transporte público. Hesnard Espinoza lo cuenta: “Hay muchos cobradores y choferes que no nos quieren recoger. A veces estamos por subir y el chofer avanza y no conseguimos embarcarnos en el microbús”. 

DISCRIMINACIÓN LABORAL 
El Conadis (Consejo Nacional para la Integración de la Persona con Discapacidad) es una institución pública que tiene como fin velar por el cumplimiento de los derechos de la persona con discapacidad en el Perú, así como contribuir en su proceso de integración social, económica y cultural. 

Eso en teoría, por lo menos, pues la realidad es cruelmente distinta.  El último censo arrojó que de cada diez personas con discapacidad, ocho de ellas son pobres y solo el 15% de ellas cuentan con un empleo. Es decir, el restante 85% no ha accedido a este derecho como consecuencia de la carencia de oportunidades en la educación, la capacitación y el transporte.

Siendo más específicos, de las 110,586 personas que están registradas en el Conadis, actualmente solo 986 personas discapacitadas cuentan con un empleo. Es decir, solo el 0.89%: 343 en Lima y 643 en provincias.  
Personas como Hesnard consideran que esto es debido, fundamentalmente, a que la sociedad no cree en la competencia de las personas con discapacidad. Él mismo, cuenta, ha sufrido este tipo de discriminación.  

“No nos brindan las oportunidades que quisiéramos. La inteligencia nada tiene que ver con la discapacidad física. Nosotros no tenemos discapacidad mental, son cosas distintas. La sociedad es excluyente y no nos brindan oportunidades de trabajo. Por ejemplo, cuando fui a buscar empleo a los colegios particulares me dijeron que no habían plazas o que todo estaba copado; fueron diplomáticos pero en el fondo me di cuenta de que no me querían solo por tener un discapacidad visual”, narra con cierto fastidio. 

Razón tenía entonces el psicólogo estadounidense  Gordon W. Allport  cuando decía que “es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”. “Es difícil a veces que la gente pueda aceptar que una persona con discapacidad tenga capacidad para muchas otras cosas. Cuando hablan de discapacidad piensan que a esta persona le falta esto o lo otro. Entonces, al faltarle algo ya no puede ser como los demás. Pero los potenciales de una persona con discapacidad son increíbles”, dice por su parte Gina Parker. 

El año pasado, el Estado Peruano promulgó la Ley 29973. En ella se estipulaba que las entidades públicas están obligadas a contratar personas con discapacidad en una proporción no inferior al 5% de la totalidad de su personal, y los empleadores privados con más de cincuenta trabajadores en una proporción no inferior al 3%. 

Sin embargo, la sensación de muchas personas con discapacidad es que el Estado sigue ignorándolos pues de nada vale que haya cuotas de empleo, si ellos no son capacitados para cumplir esos roles. 

“Los discapacitados en el Perú vivimos a nuestras suerte, el que pueda salir adelante enhorabuena, pero el que no se queda postergado”, sentencia Hesnard sin pelos en la lengua. 

INDIFERENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN 
En la actualidad, solo existe socialmente aquello que adquiere espacio en los medios de comunicación. Lamentablemente, los medios en el Perú no han entendido que ellos pueden contribuir a integrarse a nuestra sociedad a las personas con discapacidad, así como promover en la población la conciencia y el respeto por las diferencias. 

En el 2007, el periodista Jaime Tipe Sánchez realizó un monitoreo durante un mes de los principales diarios del país. El propósito era conocer cuánta información publicaban relacionados a la discapacidad. Los resultados se dieron a conocer en el libro de su autoría llamado Con el ruego de su difusión. 

En el resultado global, los nueve diarios monitoreados publicaron un total de 50 artículos referidos a la discapacidad. El diario La Primera fue el medio de comunicación con más artículos publicados (9), seguido de Perú21 y El Popular (8), Trome (7), El Comercio (6), La República (5), Ojo (4), Expreso (2) y Correo (1). En el caso de este último, la única noticia que difundió fue en su sección de espectáculos, dedicada a la Teletón en beneficio al Hogar Clínica San Juan de Dios que se iba a realizar en noviembre de ese año. 

Un dato más. De las cincuenta publicaciones observadas, cuarenta de ellas eran meras noticias informativas. Las diez restantes, eran notas propias de los medios. ¿Por qué tanto desinterés en la prensa por tocar temas relacionados a la discapacidad? ¿El periodismo no tiene acaso, también, una responsabilidad social? ¿O es que noticias de ese tipo no venden?

En su libro La Tiranía de la Comunicación, Ignacio Ramonet, reconocido periodista español, descifra muy bien los valores bajo los cuales se maneja la información hoy en día. “Antes que nada es una mercancía y está esencialmente sometida a la oferta y la demanda y no a otras reglas como podrían ser las derivadas de criterios cívicos o éticos. La información no tiene hoy una función cívica”.

La periodista argentina del diario La Nación, Alejandra Noseda, publicó en el 2006 el libro Pautas de Estilo Periodístico Sobre Discapacidad. En él, entre otras cosas, la comunicadora  manifiesta lo siguiente: “Se piensa equivocadamente que las noticias vinculadas a las personas con discapacidad son temas que pueden hacer huir a los lectores, oyentes o televidentes. Y, más allá de la actitud discriminatoria que eso significa, está el desconocimiento de que existen millones de personas con discapacidad y que su poder de audiencia se multiplica con sus familiares y allegados y que todos somos plausibles de potenciales discapacidades. O sea, interesa a mucha gente involucrada”. 

“El periodismo social es muy incipiente en nuestro país, no se entiende lo importante que es para contribuir a acortar la brecha social que tenemos”, dice Carmen Pitot Guzmán, periodista social especializada en temas de discapacidad. 

“A los medios de comunicación, lamentablemente, sólo les importa vender. En nuestro país lo que más capta la atención son temas como la prostitución y la delincuencia. En cambio, temas como la discapacidad no les llama la atención. Además como son temas que no se venden les dan poca cobertura al sector que nosotros pertenecemos”, dice en son de protesta Hesnard Espinoza.  

OPORTUNIDADES, NO LÁSTIMA 
Si hay algo que les molesta sobremanera a las personas que sufren algún tipo de discapacidad es que los demás le tengan lástima por su condición. Que por compasión les brinden ayuda para surgir y no porque sea también su derecho. “No queremos que nos tengan pena –dice Gina Parker-. No necesitamos eso, porque no tenemos pena de nosotros mismos”. 

Y agrega: “Démosle la oportunidad a todas las personas que quieran desarrollarse y salir adelante. Hay trabajos que se pueden desempeñar de diferentes formas y hay trabajos para todos. Brindémosle la oportunidad a ellos también. ¡No saben cómo se van a desempeñar esas personas con discapacidad que tienen mucho que dar y entregar!”. 

Desgraciadamente, todavía hoy en día hay muchos que no entienden que tener discapacidad no es lo mismo que estar enfermo. No comprenden que discapacidad no es sinónimo de ineficiencia. Discapacidad no es incapacidad. 

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