miércoles, 27 de febrero de 2013

Persecuciones: El huarique de 'Puchungo'



El ex futbolista Alfonso ‘Puchungo’ Yáñez inauguró hace unos meses “Puchungo Sport Bar”, un bar temático deportivo que ya se ha convertido en ineludible punto de reunión para los amantes del deporte. Conozcámoslo más a fondo

Son las siete de la noche de un caluroso sábado de noviembre y Alfonso ‘Puchungo’ Yáñez, con jean, camisa y zapatos casuales, parece emular al creativo volante que fue en sus mejores épocas: se mueve de un lado para el otro, toma el protagonismo, da indicaciones, sabe delegar funciones y, cómo no, le imprime esa cuota de picardía a lo que hace. 

Sin estar quieto ni un instante, Alfonso se esmera para que “Puchungo Sport Bar” esté listo para dar la bienvenida a quienes vengan a disfrutar del clásico Universitario - Alianza que se dará inicio en unos instantes en Miami (EE.UU.). Es su nuevo negocio que ha abierto sus puertas desde abril pasado y que ya se ha convertido en poco tiempo en una parada obligatoria para quienes deseen pasar un rato agradable y tener la posibilidad de ver su deporte preferido.

Desde que se retiró hace 9 años (frisaba los 33 ‘abriles’ en ese entonces) Alfonso siempre tuvo la inquietud de incursionar en los negocios. Puso cabinas de Internet, farmacias, pollerías, empresas informáticas y cevicherías. Ahora, su nuevo ‘hijo’ es “Puchungo Sport Bar”, un bar temático dedicado a los deportes ubicado en el distrito de San Miguel (a espaldas de Hiraoka). 

“Puchungo Sport Bar” parece resumir la esencia de su propietario: un tipo amante del fútbol y los deportes. El lugar es amplio y está ambientado con elementos que te trasladan a un campo deportivo. En el tablero de las mesas está dibujada una cancha de fútbol al igual que en una de las paredes donde está el logotipo del negocio. El bar central tiene la forma de una pelota y arriba de ella, cual murciélagos, cuelgan del techo camisetas de diferentes equipos, nacionales y extranjeros,  que le han sido obsequiadas. 

Faltan quince minutos para que empiece el clásico y tres muchachos que no ocultan su hinchaje aliancista entran al bar. Uno de ellos tiene una camiseta tan antigua como el pan. Otro, tiene los rulos revueltos y la piel color chocolate. El tercero es un rollizo y pigmeo sujeto con voz gutural. Al poco rato, el bar ya está atestado de gente y los piqueos y tragos comienzan a desfilar. 

Es un bonito ambiente el que se vive aquí. Aunque es un soso espectáculo el que ofrecen los ‘compadres’, el público se regodea con los graciosos comentarios de uno de los asistentes. “Ese Calcaterra es más malo que el que le pegó a su abuelita”, dice con sarcasmo y a viva voz ‘Cucho’, que es así como se llama ese aprendiz de cómico.  

Mientras tanto, Alfonso sigue inmerso en la tarea de atender como se debe a sus huéspedes ocasionales. De tanto en tanto es solicitado para tomarse una foto para el recuerdo. Lo hace con amabilidad, como en su época de jugador. Y es que el cariño de la gente sigue siendo para ‘Puchungo’ lo mejor que le ha dado el fútbol. Y por eso, dice él, será un eterno agradecido al ‘deporte rey’.  

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