En un país tan religioso como el nuestro, Lionel sería un verdadero Messi…as. En un país como el nuestro tan dado a beatificar a personajes tan misteriosos como Sarita Colonia o tan peculiares como ‘Chacalón’, sin lugar a dudas el astro argentino tendría asegurado un altar.
Tener a este ídolo aquí -entre nosotros- poder palparlo, honrarlo, venerarlo y postrarse ante él provocaría una serie de acontecimientos tan extraordinarios que hasta el mismísimo Jorge Basadre desearía salir de su tumba para poder registrarlos.
Me imagino a Humala animándose a rezar como los fariseos en tiempos de Cristo: en público y a viva voz, dejando por fin la mutis en la que está inmerso. Me imagino a Nadine tuiteando pedazos de plegarias para que sus más de 80 mil seguidores la secunden en casa.
Me imagino a Cipriani cambiando su perorata sobre lo pecaminoso que es concebir un niño sin haberse casado. Me imagino a las ‘Vengadoras’ olvidándose de los ‘Cuatro Fantásticos’ e hincándose ante Lio cual Marías Magdalenas. Me imagino a Rocío Miranda dudando si ir a verlo o no debido a que se siente estigmatizada con su chapa de ‘Tentación’.
Me imagino a Philips Butters paseándose por todos los programas de televisión erigiéndose -gratuitamente- como el abanderado de la oposición de tamaña herejía: no crean en él- diría-, si en Argentina no hizo el milagro de concederles una Copa del Mundo, menos lo hará en el Perú. Me imagino a Burga prometiéndole que cuando él deje su poltrona de la FPF, el trono sería de él.
Y, por último, me imagino a miles de niños desilusionados y defraudados al darse cuenta de que Dios nunca ha sido ni será peruano. Y Messi tampoco lo será.
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